LA
BOTIJA
***Crítica
de cine publicada en mi página de Facebook en junio de 2018
En mi lugar de trabajo y las
personas conocidas en las plazas que suelo visitar, todos me preguntan sobre
esta nueva entrega del cine criollo
BOTIJA. Ante tal situación que me produce agrado porque la gente está
pendiente de mis opiniones tengo que momentáneamente suspender la lectura
cinematográfica actual, ese maravilloso texto sobre Teoría Cinematográfica de
Robert Stam para fijar mi posición sobre este nuevo filme dominicano.
Como es habitual en mis
artículos presentamos la sinopsis de la película para luego realizar un acercamiento a esta nueva
entrega del cine local.
“Agustín Frías necesita
urgentemente un dinero para la operación de su nieta Karina por lo que
la circunstancia lo obliga a desenterrar una botija (tesoro olvidado
bajo tierra), acompañado por dos supuestos periodistas, dispuestos a todo con
el fin de arrebatarle su tesoro.”
Empezamos por expresar que
me gusta el argumento de esta película, el cine dominicano se enriquece cuando
los cineastas apelan a leyendas dominicanas de carácter rural y urbano, en el
caso que nos ocupa se trata de una leyenda popular que en los tiempos de
nuestra infancia fue evocada constantemente por los adultos.
Necesariamente tenemos que
conectar BOTIJA con aquel filme del año 2005 dirigido por Rogert Bencosme, ANDREA,
dos de sus principales intérpretes forman parte de la historia de Botija, me
refiero al extraordinario actor dominicano, MIGUEL ANGEL MARTÌNEZ y la mocana
ANNY FERREIRAS.
Trece años después de
Andrea, Anny Ferreiras en aquella ocasión una niña rural, inocente, amante de
sus parientes pero atribulada por fuerzas sobrenaturales aparece en esta
ocasión después de casi tres lustros, convertida en una hembra de singular
belleza, con un cuerpazo espectacular y una mirada singular como cuando fue
niña, para quienes la vimos en su primera aparición y la comparamos con el
estado actual el cambio es sencillamente asombroso y eso aunque no adicione ningún tipo de valor al
filme que comentamos, impresiona a
cualquier hombre que perciba la transformación de aquella niña-casi
adolescente- que merece todas las bendiciones y respeto de los adultos a la mujer
voluptuosa actual que sacude la imaginación de los hombres.
La diègesis gira
fundamentalmente alrededor del personaje de
Don Agustín, Miguel Ángel, se echa encima esta película que tiene como
una caracterisita positiva pero con “ciertos efectos secundarios” la aparición
de actores provincianos que por su inexperiencia
convierten el relato por momentos en algo anodino.
La morfología narrativa del
filme consiste en un flash back desde el punto de vista de Don Agustín quien en
tiempo presente se encuentra en una sala de audiencias. Es positivo que gente
nueva tenga acceso a actuar en el cine dominicano, pero eso tiene sus
inconvenientes, si no existe una buena dirección como el caso que nos ocupa, se
echa a perder la composición dramática en el relato por actuaciones pobres. Eso
ocurre en Botija, dirección, actuaciones y edición deficientes hacen de esta
película un intento por hacer cine con cierto valor antropológico, pero solo
eso un intento.
Creo en películas como
BOTIJA, a pesar de su deplorable desempeño como texto fílmico, valoro este tipo
de aportes al cine dominicano porque la iniciativa de los productores de
rescatar una leyenda dominicana, tiene para nosotros un valor extra textual
significativo. Ciertamente no quiero que pase por las salas de cine sin pena ni
gloria, no constituye en ningún caso para el espectador algún tipo de fraude
asistir a las salas de cine a ver esta película dominicana, todo lo contrario
si quienes la producen logran salir
airosos económicamente es probable que incursionen nuevamente en temas inherentes a la cultura popular nuestra, eso
fortalece la incipiente industria cinematográfica dominicana, carcomida hasta
los tuétanos por una implacable mímesis de la producción hollywoodense.
Director:
Fernando Fabián
Reparto:
Miguel Ángel Martínez, Anny Ferreiras, Eddy Ávila, Nibsbelle Guzmán, Yuri
Martínez
Diciembre 2018
CXXVII
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