“CODIGO
PAZ”, AGRADABLE SORPRESA EN EL PANORAMA DEL CINE DOMINICANO A PESAR DE ALGUNOS
PROBLEMAS DE RACCORD
MA
GARCÍA ROMERO
@magarciaromero
Esta película llega a las salas de cine
precedida de un despliegue mediático impresionante, provocando ansiedad en los
espectadores esperando el estreno. Llegó la hora. A continuación presentamos
una sinopsis de esta propuesta fílmica para
luego proceder a expresar nuestras
consideraciones sobre su desempeño.
“Código Paz, trata sobre la historia de Pedro
Ruiz, un impaciente ladronzuelo de extracción humilde, nacido en Villa
Consuelo, quien lleva una doble vida. Durante el día trabaja como vendedor
inmobiliario en una importante firma y de noche hurta en casas de sus clientes
los mismos bienes que les vende, junto a su amigo de barrio, Wellington. Pedro
quiere comerse el mundo a dentellados aquí y ahora, hacerse rico antes de
cumplir los treinta años, a toda costa, sin importar las consecuencias, hasta
que roba en la casa equivocada, encontrando así razones de mas para reevaluar
su filosofía de vida frente al cañón del arma de Laura Hernández, una asesina
profesional diestra y despiadada.
Empezando, debo expresar que después de ver
la primera secuencia de esta cinta, es evidente a mi juicio que
los lineamientos estéticos del realizador PEDRO URRUTIA están claramente
influidos por tres vertientes claramente definidas; me refiero a la del realizador chino JOHN
WOO, con sus notables ralentíes empleados con singular eficiencia en su filme
del 1997, CARA A CARA, la segunda fuente de influencia la representa es QUENTIN
TARANTINO con su RESERVOIR DOGS (1997) donde el uso ampuloso de
la sangre es su principal marca enunciativa. Como tercera vertiente para la
construcción estética de Código Paz tenemos
a los Hermanos Wachowski y su emblemática cinta MATRIX (1999) con su revolucionaria forma de abordar el
combate y la trayectoria y movimiento de los proyectiles en una refriega.
Soy de los que piensan que el guion de esta
película no fue pensado para entretener a los espectadores con una alta dosis de
violencia y efectos visuales jamás visto en la incipiente industria
cinematográfica dominicana. Creo que el guion abarca con peso e inteligencia un
sinnúmero de problemas de la sociedad criolla, logrando en consecuencia, una
construcción discursiva que refleja la decadencia de la nación actual por la forma que el guion presenta los
hechos y los diálogos de los diversos personajes.
El guion es enfático a través del personaje
de Pedro Ruiz, quien hace las veces de sujeto enunciador, en revelar las ansias
desmedidas de la juventud actual en obtener dinero sin importar los
medios. Presenta la corrupción en el
sector privado y la corrupción en los estamentos militares, este último aspecto
interpretado de manera eficiente por Félix Germán. Otro aspecto esencial de la diégesis
es el lavado de dinero de la mano del sicariato y el tráfico de influencia.
El anteriormente enumerado cóctel de
problemas de la sociedad contemporánea nos da una idea de la respetable
densidad dramática que envuelve este guion y cada uno de los personajes que
pone a funcionar en la diégesis.
Confieso que me gusta la dirección de
Urrutia, su sentido del thriller, es evidente: los planos no pueden ser muy
largos, la cámara no puede empotrarse en un lugar tiene que moverse, pero
moverse con elegancia siguiendo los personajes, dando la sensación de que los
espectadores son los que siguen la acción detrás de los personajes, eso hace
este realizador y eso mantiene evidentemente en vilo a los espectadores.
¿Donde tropieza la dirección de esta
película? A mi modo de ver en el uso excesivo del “síndrome Matrix” sobre los
cánones estéticos de esta cinta. Urrutia, prolonga demasiado la ralentización (cámara lenta) de algunas escenas de acción donde
interviene el combate cuerpo a cuerpo y la refriega frontal con armas de grueso
calibre. La cinta entonces en esas secuencias de accion se transforma de un thriller
que hasta ese momento había sido dirigido de manera respetable pasa a
convertirse en una especie de videojuego durante esa
secuencia de combate. Se hacía necesario
no prolongar tanto esta “moda” del cine
de acción contemporáneo para no estropear la historia
.
Si algo se advierte en la composición
dramática-las actuaciones- en este filme es el equilibrio de las
interpretaciones, nadie parece improvisar, cada gesto, cada línea parece
surgida del guion no de la “bendita inspiración de un actor” al cual el
director de forma irresponsable le dice la famosa frase “dale….”. Nunca antes el ambiente urbano de nuestros
jóvenes había sido representado con tal grado de honestidad para captar la
capacidad de improvisación en el uso del lenguaje de nuestros muchachos que habitan los barrios de Santo Domingo.
Hay mucho dolor, mucha sangre, mucho odio
pero los momentos que tienen cierto
toque de humor surgen de la acción y de
la desbordante imaginación del joven criollo de los sectores populares de la
ciudad. No son chistes, son salidas
jocosas para sobrevivir, como aquella
que hace que los espectadores reaccionen con hilaridad cuando un sicario apunta
a la cabeza de otro porque previamente le insinuó el cobro de un servicio
realizado; él para salvarse solo atinó a decir: “yo cojo cheque también….”
Evidentemente la banda sonora, es decir el
sonido fónico-los diálogos-, la música y los ruidos tienen un tratamiento de
primer orden, la cinta tiene un trabajo eficaz en cuanto a los efectos de
sonido se refiere, los disparos, las
explosiones, el “rugir” de las armas de alto calibre está bien logrado, la
post-producción definitivamente hizo su
trabajo. Definitivamente la banda sonora en sus tres vertientes luce bien.,
sobrecoge el espectador.
Si algo aplaudo de la dirección de fotografía, es su audacia a la hora de
emplazar la cámara, la manera de producir un travelling de acompañamiento de
cualquier personaje, que se desplaza en
un momento caliente de la trama provocando que el espectador permanezca en
ascuas, el manejo de la luz y la forma
adecuada de seleccionar el
encuadre más idóneo en cada toma.
La película no deja de tener sus planos “gratuitos”
de publicidad subliminal; ejemplo de lo planteado es el uso recurrente del plano general del
enorme edificio de una de las empresas que aportó los fondos para la cinta, también la enorme valla publicitaria que “se cuela” en
algunos planos generales, pero tenemos que acostumbrarnos a eso en este tipo de
cine emergente, el que pone el dinero quiere ver su negocio publicitado en
medio del relato, así son las cosas.
Respecto a la puesta en escena, el Director
se cuida de no caer en el relajo actual de las últimas películas dominicanas de
hacer una especie de guía turística de la ciudad de Santo Domingo, haciendo
tomas de las avenidas y las torres residenciales de la ciudad. En ese aspecto
para distanciarse de esa visión algo turística el realizador apela a planos acelerados que dan
la sensación de que la ciudad bulle, está en constante movimiento pero no da la
sensación de “ guía turística” como algunas películas menos afortunadas en su
calidad que las que nos ocupa estos comentarios.
La película, está contada desde la
perspectiva del personaje de Pedro Ruiz, consecuente con esa condición narratológica
del filme, el Director se ocupa de que
los planos generales de la ciudad sean básicamente
aquellos que presentan el entorno desde donde proviene el personaje que funge
como sujeto enunciador del relato, me refiero a Pedro, es ese, el espacio social, económico y cultural que ha generado las acciones de este personaje el
cual sostiene el punto de vista en el plano narrativo, es decir a través de él
se cuenta la historia.
En el titulo de mis comentarios, hacía
referencia a ciertos errores de raccord o continuidad cinematográfica de que
adolece CÓDIGO PAZ. Me refiero a que en
medio de un trabajo de equipo que merece el respeto y reconocimiento de
aquellos que habitualmente escribimos comentarios cáusticos sobre las películas
dominicanas que no merecen nuestro aprecio por la premura con que se exhiben en
las salas de cine., Tanto el Director de la película como él o la
encargado/a de la continuidad cinematográfica,
en el rodaje son los responsables de estos gazapos como habitualmente lo
denominan en lenguaje coloquial estas fallas.
Lo que
significa para poner un ejemplo del tema que abordamos que un error de raccord significa
ver un personaje con un tatuaje en una escena determinada y en otra escena como
por arte de magia ese tatuaje no aparece ni siquiera en otra zona de cuerpo,
cosa que también sería un error de raccord. Otro ejemplo de lo que señalamos es
lo que ocurre en una escena: en el interior de una oficina se cierren las persianas
corredizas que se colocan delante de los cristales y dentro de la misma escena
las persianas aparezcan abiertas sin que ningún personaje ejecutara la acción, aunque nimios para la magnitud de la puesta
en escena que implica esta cinta, son errores, lo que significa que “el o la
encargado/a de la continuidad cinematográfica no hizo bien su trabajo.
Al finalizar mis comentarios, no tengo dudas
en expresar que CÓDIGO PAZ, representa un avance para el cine dominicano. Un thriller que en ningún caso nos provoca vergüenza,
al contrario atrapa los espectadores, los mantiene cautivo hasta el extremo que
los espectadores sueltan los benditos teléfonos inteligentes para mantenerse en
vilo durante casi dos horas. No titubee asista a las salas de cine, de lo único
que puede sentir remordimientos es de no haber ido el primer día.
Director: Pedro
Urrutia
Reparto: David
Maler, Paula Ferry, Nashla Bogaert, Héctor Aníbal, Félix Germán, José Guillermo Cortínes, María Angélica Ureña, Isaac Saviñón,
Deyvy de León, Iván Aybar, Canek Denis
Septiembre 2014
LXV
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