lunes, 22 de septiembre de 2014

CINEMA ZOOM LXV (CÓDIGO PAZ)

“CODIGO PAZ”, AGRADABLE SORPRESA EN EL PANORAMA DEL CINE DOMINICANO A PESAR DE ALGUNOS PROBLEMAS DE RACCORD
  



MA GARCÍA ROMERO
@magarciaromero

Esta película llega a las salas de cine precedida de un despliegue mediático impresionante, provocando ansiedad en los espectadores esperando el estreno. Llegó la hora. A continuación presentamos una sinopsis de esta propuesta fílmica para  luego proceder a expresar nuestras  consideraciones sobre su desempeño.

“Código Paz, trata sobre la historia de Pedro Ruiz, un impaciente ladronzuelo de extracción humilde, nacido en Villa Consuelo, quien lleva una doble vida. Durante el día trabaja como vendedor inmobiliario en una importante firma y de noche hurta en casas de sus clientes los mismos bienes que les vende, junto a su amigo de barrio, Wellington. Pedro quiere comerse el mundo a dentellados aquí y ahora, hacerse rico antes de cumplir los treinta años, a toda costa, sin importar las consecuencias, hasta que roba en la casa equivocada, encontrando así razones de mas para reevaluar su filosofía de vida frente al cañón del arma de Laura Hernández, una asesina profesional diestra y despiadada.

Empezando, debo expresar que después de ver la primera secuencia de esta cinta, es evidente a mi  juicio que  los lineamientos estéticos del realizador PEDRO URRUTIA están claramente influidos por tres vertientes claramente definidas;  me refiero a la del realizador chino JOHN WOO, con sus notables ralentíes  empleados con singular eficiencia en su filme del 1997, CARA A CARA, la segunda fuente de influencia la representa es QUENTIN TARANTINO con su   RESERVOIR DOGS (1997) donde el uso ampuloso de la sangre es su principal marca enunciativa. Como tercera vertiente para la construcción estética de Código Paz tenemos  a los Hermanos Wachowski y su emblemática cinta MATRIX (1999)  con su revolucionaria forma de abordar el combate y la trayectoria y movimiento de los proyectiles en una refriega.

Soy de los que piensan que el guion de esta película no fue pensado para entretener a los espectadores con una alta dosis de violencia y efectos visuales jamás visto en la incipiente industria cinematográfica dominicana.  Creo  que el guion abarca con peso e inteligencia un sinnúmero de problemas de la sociedad criolla, logrando en consecuencia, una construcción discursiva que refleja la decadencia de la nación  actual por la forma que el guion presenta los hechos y los diálogos de los diversos personajes.

El guion es enfático a través del personaje de Pedro Ruiz, quien hace las veces de sujeto enunciador, en revelar las ansias desmedidas de la juventud actual en obtener dinero sin importar los medios.  Presenta la corrupción en el sector privado y la corrupción en los estamentos militares, este último aspecto interpretado de manera eficiente por Félix Germán. Otro aspecto esencial de la diégesis es el lavado de dinero de la mano del sicariato y el tráfico de influencia.

El anteriormente enumerado cóctel de problemas de la sociedad contemporánea nos da una idea de la respetable densidad dramática que envuelve este guion y cada uno de los personajes que pone a funcionar en la diégesis.

Confieso que me gusta la dirección de Urrutia, su sentido del thriller, es evidente: los planos no pueden ser muy largos, la cámara no puede empotrarse en un lugar tiene que moverse, pero moverse con elegancia siguiendo los personajes, dando la sensación de que los espectadores son los que siguen la acción detrás de los personajes, eso hace este realizador y eso mantiene evidentemente en vilo a los espectadores.

¿Donde tropieza la dirección de esta película? A mi modo de ver en el uso excesivo del “síndrome Matrix” sobre los cánones estéticos de esta cinta.  Urrutia,  prolonga demasiado la ralentización  (cámara lenta) de algunas escenas de acción donde interviene el combate cuerpo a cuerpo y la refriega frontal con armas de grueso calibre. La cinta entonces en esas secuencias de accion se transforma de un thriller que hasta ese momento había sido dirigido de manera respetable pasa a convertirse en una especie de videojuego durante esa secuencia  de combate. Se hacía necesario no prolongar tanto  esta “moda” del cine de acción contemporáneo para no estropear la historia
.
Si algo se advierte en la composición dramática-las actuaciones- en este filme es el equilibrio de las interpretaciones, nadie parece improvisar, cada gesto, cada línea parece surgida del guion no de la “bendita inspiración de un actor” al cual el director de forma irresponsable le dice la famosa frase “dale….”.  Nunca antes el ambiente urbano de nuestros jóvenes había sido representado con tal grado de honestidad para captar la capacidad de improvisación en el uso del lenguaje de nuestros muchachos  que habitan los barrios de Santo Domingo.

Hay mucho dolor, mucha sangre, mucho odio pero los  momentos que tienen cierto toque de humor surgen  de la acción y de la desbordante imaginación del joven criollo de los sectores populares de la ciudad.  No son chistes, son salidas jocosas para sobrevivir,  como aquella que hace que los espectadores reaccionen con hilaridad cuando un sicario apunta a la cabeza de otro porque previamente le insinuó el cobro de un servicio realizado; él para salvarse solo atinó a decir: “yo cojo cheque también….”

Evidentemente la banda sonora, es decir el sonido fónico-los diálogos-, la música y los ruidos tienen un tratamiento de primer orden, la cinta tiene un trabajo eficaz en cuanto a los efectos de sonido se refiere,  los disparos, las explosiones, el “rugir” de las armas de alto calibre está bien logrado, la post-producción  definitivamente hizo su trabajo. Definitivamente la banda sonora en sus tres vertientes luce bien., sobrecoge el espectador.

Si algo aplaudo de la dirección  de fotografía, es su audacia a la hora de emplazar la cámara, la manera de producir un travelling de acompañamiento de cualquier personaje,  que se desplaza en un momento caliente de la trama provocando que el espectador permanezca en ascuas, el manejo de la luz y la forma  adecuada de seleccionar el  encuadre más idóneo en cada toma.

La película no deja de tener sus planos “gratuitos” de publicidad subliminal; ejemplo de lo planteado es  el uso recurrente del plano general del enorme edificio de una de las empresas que aportó los  fondos para la cinta, también  la enorme valla publicitaria que “se cuela” en algunos planos generales, pero tenemos que acostumbrarnos a eso en este tipo de cine emergente, el que pone el dinero quiere ver su negocio publicitado en medio del relato, así son las cosas.

Respecto a la puesta en escena, el Director se cuida de no caer en el relajo actual de las últimas películas dominicanas de hacer una especie de guía turística de la ciudad de Santo Domingo, haciendo tomas de las avenidas y las torres residenciales de la ciudad. En ese aspecto para distanciarse de esa visión algo turística el  realizador apela a planos acelerados que dan la sensación de que la ciudad bulle, está en constante movimiento pero no da la sensación de “ guía turística” como algunas películas menos afortunadas en su calidad que las que nos ocupa estos comentarios.

La película, está contada desde la perspectiva del personaje de Pedro Ruiz, consecuente con esa condición narratológica del filme,  el Director se ocupa de que los planos generales de la ciudad sean  básicamente aquellos que presentan el entorno desde donde proviene el personaje que funge como sujeto enunciador del relato, me refiero a Pedro, es ese,  el espacio social, económico y cultural que  ha generado las acciones de este personaje el cual sostiene el punto de vista en el plano narrativo, es decir a través de él se cuenta la historia.

En el titulo de mis comentarios, hacía referencia a ciertos errores de raccord o continuidad cinematográfica de que adolece CÓDIGO PAZ.  Me refiero a que en medio de un trabajo de equipo que merece el respeto y reconocimiento de aquellos que habitualmente escribimos comentarios cáusticos sobre las películas dominicanas que no merecen nuestro aprecio por la premura con que se exhiben en las salas de cine., Tanto el Director de la película como él o la encargado/a  de la continuidad cinematográfica, en el rodaje son los responsables de estos gazapos como habitualmente lo denominan en lenguaje coloquial estas fallas.

 Lo que significa para poner un ejemplo del tema que abordamos que un error de raccord significa ver un personaje con un tatuaje en una escena determinada y en otra escena como por arte de magia ese tatuaje no aparece ni siquiera en otra zona de cuerpo, cosa que también sería un error de raccord. Otro ejemplo de lo que señalamos es lo que ocurre en una escena: en el interior de una oficina se cierren las persianas corredizas que se colocan delante de los cristales y dentro de la misma escena las persianas aparezcan abiertas sin que ningún personaje ejecutara la acción,  aunque nimios para la magnitud de la puesta en escena que implica esta cinta, son errores, lo que significa que “el o la encargado/a de la continuidad cinematográfica no hizo bien su trabajo.

Al finalizar mis comentarios, no tengo dudas en expresar que CÓDIGO PAZ, representa un avance para el cine dominicano. Un  thriller que en ningún caso nos provoca vergüenza, al contrario atrapa los espectadores, los mantiene cautivo hasta el extremo que los espectadores sueltan los benditos teléfonos inteligentes para mantenerse en vilo durante casi dos horas. No titubee asista a las salas de cine, de lo único que puede sentir remordimientos es de no haber ido el primer día.

Director: Pedro Urrutia
Reparto: David Maler, Paula Ferry, Nashla Bogaert, Héctor Aníbal, Félix Germán, José Guillermo Cortínes, María Angélica Ureña, Isaac Saviñón, Deyvy de León, Iván Aybar, Canek Denis




Septiembre 2014
LXV

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